Logo
Alegría, la más buscada La vida es lo que sucede cuando estás haciendo planes
NEWSLETTER #43
En esta edición hablamos de:

Adaptación al cambio


DIFIERO… AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO

MALAS NOTICIAS, ¿REACCIÓN O RECUPERACIÓN?

Norma Campos
Por Mario Córdova
@mca.cordova.98

Adaptación al cambio

Hace algún tiempo estuve platicando con un amigo mío de hace muchos años, vivíamos en la misma ciudad, pero decidió irse con su esposa e hijos a vivir a otro lugar donde le ofrecieron una propuesta de trabajo y la aprovechó; además puso un negocio que gracias a su dedicación y esfuerzo le ha funcionado. Me comentaba que sus hijos se han adaptado a su nueva vida, y su esposa siempre lo ha apoyado. Hasta ahí todo bien. De pronto, me dice: “Tengo algo qué platicarte, necesito que me escuches y me des tu opinión, me acaban de descubrir una enfermedad crónica, en una etapa mediana, el tratamiento es bastante complicado”. Él para nada se imaginaba esta noticia, y menos cuando todo estaba en su vida muy estable: “No sé bien qué hacer”, me comentó, “sin duda atenderme médicamente, pero te hablo más de mi estado de ánimo”.

Me dolió su comentario y decidí ponerme a leer para poder darle mi mejor postura.

Lo primero que encontré es que las situaciones difíciles, cualesquiera que sean, se representan distinto para cada persona, y mucho tiene que ver el pasado que haya tenido; es decir, cuando sentimos miedo, por ejemplo, vamos a nuestro pasado a ver qué significa para nosotros, y lo traemos al presente y catalogamos pensamientos sobre lo que va a ocurrir, sin mucha base: solamente es el pasado y las reflexiones que nos genera.

Lo segundo que descubrí es que hay un mecanismo mental que se llama respuesta de activación, que se centra en la amenaza y silencia toda la información no esencial para prepararnos para luchar o huir. Dependiendo de lo que sea, nuestro ritmo cardíaco aumenta, se libera adrenalina y cortisol, así como azúcar y nuestra sangre se concentra en nuestros músculos; sin embargo, entre más amenazados nos sentimos, menos acceso tenemos a la parte analítica de nuestro cerebro.

Algo que tenemos disponible y también es necesario entrenar, así como contamos con una "respuesta de activación", también existe una respuesta de adaptación e incorporación. Me explico: el dolor y la sorpresa desagradable de lo que estamos pasando no van a cambiar, no lo debemos callar, al contrario, tenemos que aceptarlos y atenderlos, de preferencia de manera profesional, como siempre lo recomiendo, pero también es necesario ayudarnos a transitarlo. Cuando estemos listos, podemos pasar a un siguiente pensamiento, sin invalidar el primero, pero analizando todas las demás conversaciones que tenemos disponibles y que son igual de reales y no nos generan dolor; lo siguiente es revisar nuestras opciones, determinar un plan de acción y poco a poco sumarlo a nuestra vida como una realidad más e incorporarla al resto que la conforman.

Lo que me pareció muy interesante es que, ante cualquier situación desagradable, no puedo cambiar lo que me sucede, pero sí puedo trabajar en mi recuperación y en cómo lo gestiono; esto sí lo puedo construir.

Le comenté lo que había investigado a mi amigo. Actualmente se está atendiendo en la parte médica con buenos resultados y junto con su familia abrió distintas conversaciones y actividades que lo mantienen motivado y ocupado. Lo sentí diferente, mis mejores deseos para que se recupere.

En pocas palabras, Mario opina que:

“Las malas noticias activan el miedo y el dolor, y eso es inevitable. Lo que sí podemos construir es la recuperación: aceptar lo que duele, ampliar la conversación interna y elegir cómo integrar esa realidad a nuestra vida.”



ATISBOS DE CONCIENCIA

EL ARTE DE ADAPTARSE A LOS CAMBIOS

Norma Campos
Por Norma Campos
@normacamposmx

Adaptación al cambio

Hemos escuchado que si hay algo seguro en la vida, es el cambio. La vida no es estática, siempre es cambiante. Nos movemos de escenarios, cambiamos de relaciones, de trabajo, de casa, de ciudad; cambiamos incluso de creencias y hasta de valores. Por ejemplo, a veces, de jóvenes, podemos valorar más el dinero; cuando vamos creciendo y madurando, valoramos más la salud. El cambio es inherente a la vida. Y nos acostumbramos a vivir nuestras circunstancias, y nos acomodamos porque nos resulta más seguro, o más fácil, porque es lo conocido. Y cuando llega un momento de cambio nos cuesta trabajo transitar la adaptación, porque es desconocido, a veces incierto, porque es diferente y porque muchas veces requiere que nosotros realicemos cambios en nosotros mismos: cambios de rutinas, cambios de creencias y cambios de actitudes. Y no solo eso, en ocasiones el cambio obedece a alguna pérdida que hemos tenido y nos obliga a cambiar el rumbo, o a cambiar de dinámicas, como es el caso de un cambio de trabajo o de una pérdida de un ser querido.

Creo que uno de los recursos más poderosos para poder adaptarnos a los cambios que inevitablemente vivimos es el desapego, dejar ir. Se escucha fácil, y también puede ser confuso para muchos. Dejar ir ante la adversidad es tener la capacidad de soltar el pasado, lo que ha terminado, lo que se ha ido, y confiar en que vamos a estar bien. Un cambio es como cuando se hace un trasplante de una planta que estaba enraizada; trasplantarla no la perjudica, sino que beneficiará su desarrollo.

Los cambios no siempre se reciben con buena disposición. Un cambio puede hacer que nos sintamos desarraigados y renuentes. Es entonces cuando conviene echar mano de ciertos recursos. Uno de ellos es la confianza. Tener claro que todo cambio viene acompañado de aprendizajes. Otro es la gratitud. Cuando agradecemos, no siempre es el cambio lo que se agradece, sino que con el cambio nos damos cuenta de lo que aprendimos y lo que ganamos. 

A veces un cambio puede ser para ascender y estar en una mejor posición, como puede ser un ascenso en el trabajo, o un incremento sustancioso en nuestra economía, o bien, un cambio a una casa en un mejor vecindario y con mayores comodidades. Estos cambios también requieren adaptación y tienen también el riesgo de romper nuestro equilibrio. Por ello, en este caso, lo que nos conviene es agradecer y tener siempre presente nuestra posición anterior; nunca olvidar nuestra historia, nuestro origen. 

Adaptarse a los cambios es un arte. Es contemplar con confianza el nuevo camino, desapegarnos de lo anterior, y tener la suficiente paciencia y compasión con nosotros mismos para saber que vamos en una buena dirección. 

En pocas palabras, Norma opina que:

“El gran reto de un cambio en nuestra vida es el proceso de adaptación que atravesamos. Adaptarse a los cambios requiere paciencia, aceptación, gratitud, confianza y desapego.”



CREER PARA VER

CUANDO EL PISO SE MUEVE, HAY QUE APRENDER A CAMINAR DISTINTO

Norma Campos
Por Kush Espinoza
@kushep

Adaptación al cambio

En esta ocasión, el título que elegí para el tema me recordó a una canción que me gusta mucho. Es de Calle 13 y se llama La vuelta al mundo. Hay un verso que dice: “Si quieres cambio verdadero, pues camina distinto”. Esa línea se me quedó muy grabada porque conecta perfecto con una etapa muy fuerte que tuve en mi vida profesional y con el tema que vamos a tocar hoy: la adaptación al cambio.

Hace algún tiempo, después de casi más de diez años trabajando en conjunto con un gran amigo y socio, la vida me puso frente a una sacudida importante en mi negocio. Su salida del proyecto fue un cambio importante que no estaba en mis planes y que me obligó, de golpe, a asumir un rol que no dominaba y que estaba fuera del rol que había tenido durante años en la empresa. Pasé de operar únicamente hacia adentro del negocio, a tener que ponerme al frente, tomar decisiones solo, sostener al equipo y hacerme responsable por completo del rumbo de la empresa.

Lo más difícil no fue el trabajo en sí, sino la incertidumbre. Ese miedo a no estar listo. A creer que no tenía las habilidades suficientes. A perder inclusive el negocio que tanto nos había costado construir durante años. Y para colmo, justo cuando estaba trabajando en este nuevo escenario, el mundo entero se detuvo: llegó la pandemia. Un cambio global, radical, que nos movió el piso a todos al mismo tiempo.

Negocios que cerraban, proyectos detenidos, planes cancelados, una sensación en el aire de no saber qué iba a pasar. Y ahí estaba yo, intentando sostener una empresa, a un equipo, y al mismo tiempo, sostenerme a mí y a mi familia. Fueron meses en los que la ansiedad literalmente me abrazaba, de muchas dudas en mi interior y de decisiones que pesaban más de lo normal. Nada se sentía seguro.

Conforme pasaban los meses, entendí algo súper importante: adaptarse al cambio no es tener certeza, es aprender a seguir caminando aún cuando tienes esa incertidumbre al frente. En el tema de mi empresa, no me sentía listo, y la verdad es que no lo estaba del todo. Algunas habilidades sí las tenía, sólo que nunca las había utilizado. Otras, de plano, no existían y tuve que desarrollarlas sobre la marcha, con errores y con tropiezos, dándole cabida también a la autocrítica.

Caminar distinto significó aceptar que el miedo iba a acompañarme por un buen rato. Que no se trataba de eliminar la ansiedad, sino de tener la capacidad de detenerme y no dejar que decidiera por mí. Aprendí a dejar de pensar en resolverlo todo y enfocarme en el siguiente paso, un día a la vez. 

Hoy, casi seis años después, puedo decir con tranquilidad que ese momento que me dio tanto miedo, fue también uno de los que más me ha hecho crecer. El negocio no sólo siguió adelante, sino que tomó un rumbo más sólido, más claro y más alineado a quien hoy soy. Y yo, en ese mismo proceso, me convertí en una persona más consciente, más firme y mucho más segura de mí mismo.

No hay duda de que cuando el piso se mueve, no queda otra más que aprender a caminar distinto. A veces más lento o inclusive con torpeza, pero siempre con la oportunidad de descubrir nuevas maneras de seguir avanzando.

Siempre recuerda que los puntos se conectan, aunque en el momento no se sienta así, esos cambios suelen ser los que más nos dejan enseñanzas en el camino. Gracias por estar aquí. Te abrazo.

En pocas palabras Kush opina que:

“Los cambios grandes, personales o profesionales, rara vez llegan cuando te sientes preparado. Llegan para obligarte a crecer. Adaptarse no es dejar de tener miedo, es decidir avanzar a pesar de él y confiar en que el camino se aprende mientras lo caminas distinto.”



ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER

MOVERME SIN PERDERME

Norma Campos
Por Andrea Valenzuela
@avrivas

Adaptación al cambio

Si soy honesta, no conozco a nadie que abrace el cambio sin ninguna resistencia. Aunque lo deseemos, aunque sepamos que es necesario, el cambio casi siempre viene acompañado de una sensación incómoda: la pérdida de control. Cambian los planes, las relaciones, los roles, el rumbo profesional… y con eso aparece la ansiedad, esa urgencia interna por saber qué sigue, cómo va a terminar, si vamos a poder.

Durante mucho tiempo pensé que adaptarse al cambio era “aguantar”, ser fuerte, no quebrarse. Hoy entiendo que la adaptación no es rigidez, es flexibilidad consciente. No se trata de no sentir miedo, sino de aprender a movernos con él sin que nos paralice.

Las transiciones, personales o profesionales,  nos confrontan con una verdad difícil: no todo está en nuestras manos. Y eso, para quienes estamos acostumbrados a planear, a anticipar, a resolver, puede ser profundamente angustiante. La ansiedad ante lo incierto no aparece porque algo esté mal, aparece porque estamos cruzando un territorio nuevo sin mapa.

Lo que me ha ayudado no es intentar eliminar la ansiedad, sino cambiar mi relación con ella. Entender que la ansiedad no siempre es una alarma de peligro, muchas veces es una señal de crecimiento. Algo se está moviendo. Algo viejo ya no alcanza. Algo nuevo todavía no se acomoda.

Adaptarnos al cambio empieza por soltar una idea muy arraigada: la necesidad de tener todo claro antes de avanzar. A veces no vemos el camino completo, y aun así podemos dar el siguiente paso. No el definitivo. No el perfecto. El siguiente. Eso reduce la ansiedad porque nos regresa al presente, al único lugar donde realmente tenemos poder.

Otra clave ha sido redefinir la estabilidad. No como ausencia de movimiento, sino como la capacidad de volver a mí misma incluso cuando todo cambia afuera. Cuando la referencia deja de ser el resultado y se convierte en mis valores, mis límites, mi manera de estar, el cambio deja de sentirse como amenaza y empieza a sentirse como transición.

En lo profesional, adaptarnos implica aceptar que nuestra identidad no está atada a un puesto, un título o una etapa. Somos más grandes que el rol que ocupamos hoy. En lo personal, implica permitirnos soltar versiones de nosotros que ya cumplieron su función, aunque hayan sido importantes. No todo lo que fue bueno tiene que quedarse para siempre.

Para disminuir la ansiedad ante lo incierto, he aprendido a hacer algo que va contra la costumbre: reducir el horizonte. No preguntarme “¿cómo va a terminar todo?”, sino “¿qué es lo siguiente que puedo hacer para sentirme mejor?”. A veces es estructura. A veces es descanso. A veces es conversación. A veces es silencio. A veces simplemente un vaso de agua. La ansiedad se calma cuando dejamos de exigirnos certezas que nadie tiene.

El cambio no pide que sepamos todo. Pide que confiemos un poco más en nuestra capacidad de adaptarnos, de aprender, de recomponernos. Pide presencia, no control.

Y si tuviera que dejarte con una sola idea sería esta: adaptarse al cambio no es perderse, es reencontrarse en movimiento. Es descubrir que, incluso en lo incierto, seguimos siendo hogar para nosotros mismos.

En pocas palabras, Andrea opina que:

“Adaptarnos al cambio empieza por soltar una idea muy arraigada: la necesidad de tener todo claro antes de avanzar.”



Juan Méndez
Mario Córdova
Casado, papá de 2 hijos.

Empresario, abogado y filántropo; escritor y conferencista acerca de temas de liderazgo y actitud positiva.
Juan Méndez
Norma Campos

Casada, 4 hijos, 8 nietos.

Terapeuta, diseñadora e instructora de cursos. Conferencista y asesora personal en temas de vida.

Juan Méndez
Kush Espinoza

Lic. en Diseño Industrial.

Esposo y papá de 2 niñas.

Creativo y empresario con más de 20 años de experiencia creando marcas.

Juan Méndez
Andrea Valenzuela

Mamá de Andrés.

Apasionada por la Educación para transformar personas y propulsora de la equidad de género.

22 diciembre, 2025
×
Boletín Tus Buenas Noticias