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En esta edición hablamos de:

La Esperanza


DIFIERO... AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO

ESPERANZA, ¿PRESENTE O FUTURO?

Norma Campos
Por Mario Córdova
@mca.cordova.98

La Esperanza

En esta semana platicaba con mi esposa y me decía que para ella, un valor importante de las  personas que se ven contentas es que viven con esperanza, siempre te platican de algo que  las motiva y que creen que puede suceder, me llamó la atención esta reflexión y quise  investigar más sobre este tema. 

La esperanza es una emoción positiva, un estado de ánimo que surge cuando se presenta  como alcanzable algo que se desea, todos lo sentimos en algún momento; este tipo de  pensamientos nos brindan tranquilidad y entusiasmo. 

Pero ¿por qué algunas personas encuentran más fácil que otras la esperanza?, ¿de dónde  viene o dónde puedo encontrar más? Para Martin Seligman, este concepto psicológico, "La  Esperanza", no es un estado de ánimo, es un hábito de la mente y, como tal, todos podemos  entrenarlo, desarrollarlo mucho más para que sea ese resorte capaz de optimizar nuestro  bienestar, de potenciar lo mejor de nosotros para lograr lo que deseamos. 

“No hay nada como un sueño para crear el futuro”, esta frase tan cierta nos permite observar  cómo la esperanza se genera hoy, en el presente, nuestro cerebro la elige, calla todos los  pensamientos negativos, o debilidades, para darle paso a una posibilidad real que creemos  que va a suceder. La esperanza no tiene que ver con el mañana, ese resultado como todos  los demás es incierto, y depende de factores externos e internos; lo que sí me ayuda es creer  que va a suceder y eso puedo decidirlo ahora, entrenar mi mente para que encuentre cada  vez más reflexiones de posibilidad que me generan bienestar inmediato. Ahí está su  importancia. 

A esto se le llama esperanza aprendida, cuando tienes la capacidad de llevar a tu mente a  que encuentre metas o situaciones que te motiven y estés convencido de que pueden  suceder.  

Diariamente puedo elegir añadirme una esperanza más, te invito a hacerlo, muchas  personas lo hacen, y son esas que siempre parece que están bien. Esperanza no es esperar  que el mañana te traiga lo mejor, sino definir algo específico; claro, y trabajar en ello para  que dicha aspiración se cumpla; pero esa elección de pensamiento es una estrategia que  podemos desarrollar. 

La esperanza está en el presente y dentro de nosotros, vamos a encontrarla.

En pocas palabras, Mario opina que:

“La esperanza es una emoción positiva que inspira confianza, nos ayuda a mantener la motivación para superar obstáculos y se genera en el presente.”



ATISBOS DE CONCIENCIA

LA ESPERANZA COMO REACCIÓN ANTE LA INCERTIDUMBRE

Norma Campos
Por Norma Campos
@normacamposmx

La Esperanza

La incertidumbre es parte de la vida. Indudablemente la vida no transcurre en medio de  certezas y todos hemos tenido esa vivencia de experimentar el caos, la incertidumbre. Y  dado que vivir en la incertidumbre no nos permite sentir el control de nuestra vida, entonces  se convierte en una fuente de estrés, de ansiedad y de miedo. Todos los seres humanos  contamos con un regulador interno de nuestras emociones. Todos podemos aprender a  desarrollar esa capacidad de atenuar o cambiar una emoción por otra. Es entonces en  medio del caos, cuando tenemos miedo o ansiedad, que podemos hacer surgir la esperanza  que los contrarresta; la esperanza como un sentimiento positivo que conlleva una  expectativa de que algo bueno, o muy deseado, va a ocurrir. 

Sentir esperanza es sentir el optimismo y la confianza en cambios positivos de alguna  situación que en el momento preocupa o nos da miedo. Es tener fe en que existen  posibilidades de cambio y brinda motivación para enfrentar los desafíos. Esto  necesariamente implica una acción. Porque no podemos tener la esperanza de algún  cambio si no estamos tomando acciones para ello. Solo podemos tener esperanza de  mejoría de una enfermedad cuando estamos llevando a cabo un protocolo de cuidados que  prometen la mejoría. Pensar que mejoraremos sin tener los cuidados necesarios o hacer lo  que corresponde para sanar, no es esperanza. Eso es una ilusión. La esperanza está  sustentada en acciones o en decisiones necesarias para un cambio. Desear con fervor sin  voluntad de acción no es tener esperanza. La ilusión no es realista, es más que nada una  fantasía. 

Un claro ejemplo del poder de la esperanza para el bienestar y la salud mental de las  personas es la historia de Viktor Frankl, psiquiatra austriaco, judío, que padeció los  infortunios y la brutalidad de los campos de concentración nazi, durante la persecución a los  judíos en la segunda guerra mundial. Frankl encontró como una realidad que las personas  que mantenían la esperanza de salir de esa situación porque tenían un propósito, tenían  más fuerza emocional y física para soportar el sufrimiento ante las condiciones inhumanas  a las que estaban sometidos, y en consecuencia tenían mayores probabilidades de  sobrevivencia. 

Para generar esperanza es requisito indispensable tener la firme creencia de que es posible  el cambio o el logro. Es un factor clave que alimenta nuestra resiliencia. 

En pocas palabras, Norma opina que:

“Tener una ilusión no es tener esperanza. La ilusión es fantasía, la esperanza es realista e implica acción”.



CREER PARA VER

CULIACÁN EN BUSCA DE SENTIDO

Norma Campos
Por Kush Espinoza
@kushep

La Esperanza

Hoy nos toca abordar el tema de la esperanza, y creo que cae como anillo al dedo para la  situación de incertidumbre que estamos viviendo los culichis. Escogí este título haciendo  alusión a la gran obra de Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido, donde el autor relata  su experiencia vivida en los campos de concentración nazi, cuya lectura les recomiendo  mucho, así como la semblanza de este importante personaje y legendario sobreviviente  Cuando el mundo gira enamorado —escrita por Rafael de los Ríos Camacho— y que, por  cierto, antes de casarme mi esposa me regaló. 

Me gusta llevar a cabo esta especie de reinterpretación en la que Frankl nos habla de algo  que, en tiempos como los que estamos viviendo en Culiacán, se vuelve indispensable: la  capacidad de encontrar propósito incluso en las circunstancias más difíciles. Esta situación  que estamos atravesando, llena de miedo, violencia e incertidumbre, nos recuerda que hay  momentos en los que se torna muy difícil tener control sobre lo que sucede a nuestro  alrededor. Aun así, lo que sí podemos controlar es nuestra respuesta a estos eventos. Esto es  lo que el autor denomina como “la libertad interior”, esa capacidad de elegir nuestra actitud  ante el sufrimiento. 

Vivir con miedo a lo que puede suceder mañana o incluso en las próximas horas es una  sensación que se ha vuelto el pan de cada día para muchos de nosotros. Esto nos afecta  profundamente, en nuestra familia, nuestro trabajo y nuestra rutina. Es en medio de todo  esto que la esperanza se convierte en una necesidad. Frankl descubrió que quienes podían  encontrar un sentido en su sufrimiento eran lo que lograban resistir a estas situaciones. ¡Ojo  aquí! No estoy hablando de minimizar o normalizar por lo que estamos pasando, mucho  menos de ignorar los problemas que enfrentamos, sino de encontrar un motivo que nos  mantenga de pie, en la lucha. 

Pregúntate: ¿Qué es eso que me mantiene firme y con esperanza? Puede ser el amor por tu  familia, el deseo de un futuro mejor para los nuestros, o esas ganas de construir una sociedad  mucho más fuerte y unida, con valores y principios que nos ayuden a impactar la raíz de toda  la problemática que hoy vivimos. 

En estos momentos de incertidumbre, es fácil que la esperanza se esfume, pero debemos  volver a nuestro centro, a recordar que los culichis somos una gran comunidad, la familia y  los amigos deben convertirse en ese refugio de esperanza. No podemos cambiar lo que está  ocurriendo de un día para otro, pero sí podemos apoyarnos mutuamente y, sobre todo,  recordar que en este camino, juntos somos más fuertes. 

Lo bueno que puede surgir de esta etapa que estamos viviendo es que, como sociedad,  podemos reencontrarnos en lo que realmente importa: el amor por nuestras familias, por  nuestra comunidad, por nuestro Culiacán. Que este momento tan difícil sea el impulso que  nos haga tender la mano a nuestro prójimo, que nos haga ver con empatía al que sufre, y nos  inspire a trabajar unidos por un mejor futuro. Porque cada gesto cuenta, cada acto de  bondad es un granito de esperanza que, sumado a los de los demás, puede levantar a toda  una ciudad. 

Si logramos salir juntos, más unidos, más conscientes del poder que tenemos como  sociedad para enfrentar las adversidades, entonces, habremos transformado este dolor en  algo mucho más grande: en una fuerza que nos empuje hacia adelante, que nos recuerda  que, aunque hoy el panorama sea gris, el mañana lo podemos construir con las manos y los  corazones de todos. Hoy, más que nunca, somos la esperanza que tanto necesitamos. No te  vamos a fallar mi Culiacán, somos mucho más los buenos. ¡Gracias por estar aquí! ¡Te abrazo! 

En pocas palabras, Kush opina que:

“En tiempos de miedo y violencia, la esperanza es nuestra mayor fuerza. Aunque no podemos cambiar todo de inmediato, sí podemos elegir cómo responder. Nuestra unidad como culichis, el amor por nuestras familias y la empatía nos harán más fuertes. No le vamos a fallar a Culiacán. ¡Somos la esperanza que tanto necesitamos!”



ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER

LA ESPERANZA COMO POSIBILIDAD REAL

Norma Campos
Por Andrea Valenzuela
@avrivas

La Esperanza

¿Cómo mantenemos la esperanza cuando las cosas se sienten difíciles, atemorizantes,  abrumadoras, inciertas? ¿Cómo se cultiva la esperanza cuando es más difícil de encontrar?  ¿Cómo recordamos que la esperanza regresa nuevamente, incluso cuando se siente lejana?  Rebecca Solnit escribió en el 2004 Esperanza en la oscuridad, un libro que puede  ayudarnos en estos tiempos en los que el mundo y nuestra ciudad están pasando por los  momentos más complicados, polarizados, violentos y desconectados que me han tocado  vivir. Es importante decir lo que no es la esperanza: no es la creencia de que todo estuvo, está  o estará bien. La evidencia de un tremendo sufrimiento y destrucción está a nuestro  alrededor. La esperanza que me interesa tiene que ver con ampliar nuestra perspectiva, con  entender que hay posibilidades reales que nos invitan —o exigen— a que actuemos.  

La esperanza la encontramos en la idea de que no sabemos qué pasará y que en el espacio  de la incertidumbre podemos actuar. Cuando reconoces la incertidumbre, reconoces que  puedes influir en los resultados: tú solo o con más personas. La esperanza es un abrazo a lo  desconocido que no entendemos, una alternativa a la certeza tanto de optimistas como de  pesimistas. En lugar de mantener la esperanza como algo que se supone que siempre debo  sentir naturalmente, mantengo la esperanza como una práctica, como algo con lo que estoy  en relación. La verdad es que no siempre tengo esperanzas. Muchas veces, siento miedo o  me pregunto cómo es posible que las cosas cambien, mejoren y sean más fáciles para todos.  Me pregunto qué mundo le va a tocar vivir a mi hijo. Cuando la esperanza se siente fuera de  mi alcance, busco la posibilidad. ¿Qué más podría ser posible? ¿De qué otra manera podrían  ser las cosas? La posibilidad no requiere creencia ni requiere una positividad falsa; solo  requiere la voluntad de sentir curiosidad por saber qué más podría ser. La posibilidad se  convierte en un faro que me devuelve la esperanza en momentos en que realmente la  necesito. Otra cosa que me ayuda a recuperarla es recordar que no soy la única que intenta  mantener la esperanza, que no tengo que hacerlo sola, que no me corresponde a mí tener  esperanza constantemente. La esperanza la tejemos millones, la cultivamos cada uno de  nosotros y la hilamos a la vida colectivamente. 

 Podemos practicar la esperanza en lugar de aferrarnos a ella. Podemos confiar en  nuestra capacidad de sentirla en lugar de obligarnos a fingirla. Podemos permitir que la  esperanza nos guíe hacia el siguiente paso correcto. Podemos dejar que otros lo sostengan  cuando parezca demasiado pesado para sostenerlo personalmente. Podemos dejar que la  esperanza sea un camino por recorrer en lugar de un destino al que llegar. Podemos  liberarnos de la prisa de tratar de asumir la esperanza como una identidad y, en cambio,  recordar que está bien si aparece y se va. Podemos ver a las personas y los lugares que la  encarnan cuando lo olvidamos. Podemos dejar que la esperanza gotee de pies a cabeza  cuando llegue. Podemos sostenerla con la palma abierta y practicar, practicar, practicar.  Podemos recordar y olvidar. Una y otra vez. Para siempre. Cada uno de nosotros. Por  separado y juntos. 

En pocas palabras, Andrea opina que:

“La esperanza la encontramos en la idea de que no sabemos qué pasará y que en el espacio de la incertidumbre podemos actuar”.



Juan Méndez
Mario Córdova
Casado, papá de 2 hijos.

Empresario, abogado y filántropo; escritor y conferencista acerca de temas de liderazgo y actitud positiva.
Juan Méndez
Norma Campos

Casada, 4 hijos, 8 nietos.

Terapeuta, diseñadora e instructora de cursos. Conferencista y asesora personal en temas de vida.

Juan Méndez
Kush Espinoza

Lic. en Diseño Industrial.

Esposo y papá de 2 niñas.

Creativo y empresario con más de 20 años de experiencia creando marcas.

Juan Méndez
Andrea Valenzuela

Mamá de Andrés.

Apasionada por la Educación para transformar personas y propulsora de la equidad de género.

28 octubre, 2024