Sabores de Culiacán: Los Quileños, sazón familiar que alimenta corazones afuera del Hospital General
Un puesto de tacos familiar frente al Hospital General de Culiacán que alimenta con sabor, calidez y esperanza


A la orilla de la carretera a Imala, justo frente al nuevo Hospital General de Culiacán, un humilde pero acogedor puesto de tacos de guisos ha ido conquistando estómagos y voluntades.
Se trata de Los Quileños, un negocio familiar encabezado por Gerardo Aréchiga Torres y su esposa, Wendy Berenice, quienes decidieron emprender no sólo por necesidad, sino por el anhelo de construir algo propio, algo que trascienda generaciones.

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Ambos originarios de Sinaloa —él, de Culiacán; ella, de Quilá, de donde surge el nombre del negocio— comenzaron hace tres años vendiendo comida desde la cochera de su casa, en la colonia Miguel Alemán.
"Le puse un tejaban, compré mesas de acero inoxidable, una barrita caliente… lo fuimos armando con lo que podíamos", recuerda Gerardo, mientras sirve un taquito de chicharrón a la mexicana con esmero.
Un cambio de lugar en busca de mejores ventas
Hace un año, decidieron dar el siguiente paso: mudarse a la zona del hospital, anticipando el flujo constante de personas provenientes de comunidades rurales que llegan en busca de atención médica.
“Hay gente que sale de sus ranchos a las 2 o 3 de la mañana sin probar un bocado… Aquí encuentran comida calientita, bien servida y a buen precio”, dice con orgullo para Tus Buenas Noticias.

Comida con estilo y sazón campirano
Los Quileños ofrece variedad de guisos caseros: rajas con crema y pechuga de pollo, carnitas con chile colorado, chicharrón en salsa verde, y más. Todo preparado por Wendy, quien se ha ganado el aplauso silencioso pero constante de quienes repiten visita tras visita.
“Mi esposa es la del sazón. La neta, cocina con amor”, comenta Gerardo, sin titubeos.
El día inicia desde la tarde anterior, cuando la pareja comienza la producción. A las 5:30 de la mañana ya están en pie, cargando ollas, carpas, mesas y sillas en su vehículo. A las 6:00 ya están instalados, listos para recibir a los primeros clientes.
Operan hasta las 12:30 del mediodía, de lunes a viernes. Un esfuerzo diario que no solo los mantiene a flote, sino que les permite sostener a sus cuatro hijos —de entre 14 y 19 años— todos ellos actualmente estudiando.

Una vida diaria llena de retos
A pesar de los retos —incluyendo los permisos municipales—, la familia no se rinde. “Aquí estamos, echándole ganas. Nos ha tocado batallar, pero estamos firmes”, afirma Gerardo, quien confirma tener la anuencia de autoridades municipales.
Incluso en tiempos difíciles de seguridad, cuando el ambiente se ha vuelto tenso en la zona, han sabido adaptarse. “Sí, bajaron un poco las ventas, pero hay que aprender a vivir así. No podemos detenernos”, dice con realismo y esperanza.
En un rincón de la ciudad donde lo urgente se mezcla con lo humano, Los Quileños ofrece más que tacos: brinda consuelo, sabor y una prueba viviente de que la voluntad de salir adelante se cocina a fuego lento, con ingredientes que no se compran: la fe, la constancia y el amor de familia.