Mónica Pérez Aguilar, la entrenadora que impulsa el futbol femenil en la Nakayama
Mónica, entrenadora y jugadora de futbol, impulsa el talento femenino y lidera a su equipo hacia el éxito, fomentando igualdad y disciplina


En la colonia Nakayama, al sur de Culiacán, el futbol femenil ha encontrado en Mónica Julieta Pérez Aguilar una aliada clave.
Jugadora, entrenadora y vecina de la zona desde hace 20 años, Mónica dirige el equipo femenil de la escuela Meny’s en la Unidad Deportiva Nakayama, un espacio donde niñas, adolescentes y mamás descubren en el balompié una oportunidad para convivir, reforzar valores y, si así lo desean, prepararse para llegar al futbol profesional.

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“Más allá de los resultados, lo mejor es cuando mis niñas me dicen que soy la mejor entrenadora y que me quieren mucho. Eso significa que hemos logrado ser como una familia”, afirma con orgullo Mónica para Tus Buenas Noticias.
De jugar con niños a liderar un equipo femenil
Su camino en el futbol comenzó a los 11 años, cuando jugaba en un equipo varonil, las Tusas de Barrancos. La experiencia, recuerda, no fue sencilla: “En ese entonces no se aceptaba mucho que una niña jugara con ellos, y a veces me golpeaban a propósito”.
Esa experiencia la hizo tomar una pausa y retomar el balompié a los 16 años, ya en un equipo femenil. Durante esta nueva etapa fue cuando creció como delantera y defensa, posiciones en las que aprendió técnicas que hoy transmite a sus jugadoras al sur de Culiacán.
Su llegada como entrenadora fue por invitación de Meny (Manuel Antonio Valenzuela), encargado del parque Nakayama. Él conocía su trayectoria y le propuso dirigir al equipo femenil. “Acepté porque me gusta el reto y porque ya conocía a varias de las muchachas. Era una oportunidad para aportar lo que he aprendido”, explica.

Conciliar entrenamientos, familia y juego
A sus 28 años, Mónica combina su labor como entrenadora con la de jugadora y madre de dos hijos. No siempre ha sido fácil. En el pasado tuvo que dejar el futbol por trabajo y maternidad, pero ahora dedica su tiempo a la familia y al deporte.
“Si un partido mío coincide con el de mis niñas, la prioridad siempre es el equipo que entreno”, afirma.
Este compromiso ha generado un fuerte vínculo entre jugadoras y familias. “Hemos organizado convivencias, reuniones y actividades fuera de la cancha. Los papás apoyan mucho, vienen a los juegos y eso crea una comunidad”, comenta.
Más que técnica: valores y comunidad
Su experiencia como jugadora le permite enseñar técnica individual, golpeo de balón y jugadas ofensivas, pero su objetivo va más allá:
“El futbol también es para formar personas con valores. Aquí trabajamos el respeto, la disciplina y la empatía. Cada entrenamiento es una oportunidad para aprender y convivir”, comparte.
Mónica ha visto cómo el deporte se convierte en un puente entre generaciones y un espacio de apoyo mutuo. “Las muchachas saben que pueden contar conmigo, no solo como entrenadora, sino como alguien que las escucha. Esa confianza es la base del equipo”.
Un momento histórico para el futbol femenil
Para Mónica, este es un momento ideal para que más niñas se animen a practicar este deporte. “El futbol femenil en México está creciendo. Tenemos la Liga MX Femenil, más torneos y escuelas especializadas. Hoy una niña puede soñar con llegar a un equipo profesional o incluso a la Selección Nacional”, dice.
Por eso, su mensaje a las jugadoras es claro: “Si se preparan y le echan ganas, pueden llegar lejos. No importa si empiezan desde cero, lo importante es la constancia”.
Fútbol para todas las edades en la Nakayama
La escuela Meny’s está abierta a niñas y mujeres de cualquier edad. Los entrenamientos son lunes, miércoles y viernes una semana, y lunes y miércoles la siguiente, de 6 a 7:30 pm.
“Tenemos jugadoras desde los 6 años, adolescentes y también mamás. En algunos torneos, como el Mamafut, participan mamás mayores de 25 años, ya sea en la modalidad de novatas o libre”, detalla Mónica.
En la Nakayama, el proyecto de Mónica Pérez Aguilar es mucho más que un equipo: es una comunidad que se forma alrededor del balón, que valora tanto el esfuerzo en la cancha como las relaciones humanas que nacen fuera de ella.
Un lugar donde cada pase y cada gol se celebran, pero donde el verdadero triunfo está en ver a las jugadoras crecer como personas y como deportistas. Con deporte y disciplina se hace comunidad.