Javier Armenta, el guerrero sinaloense que venció tres veces al cáncer y hoy corre por la vida para inspirar al mundo
Javier Isaías Armenta Pérez: nueve años de lucha contra el cáncer, un trasplante de médula ósea y la fuerza de vivir plenamente, motivando a todos a nunca rendirse


Culiacán, Sinaloa.- En la vida existen batallas que parecen imposibles, pero también existen historias que demuestran que la esperanza puede más que la adversidad.
Javier Isaías Armenta Pérez, atleta de alto rendimiento que ha enfrentado tres veces al cáncer y sobrevivido a cinco encuentros con la muerte, se ha convertido en un símbolo de fe, disciplina y resiliencia.

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La vida del joven originario de Culiacán no ha sido sencilla: desde los 21 años inició a enfrentar problemas de salud que, dos años después, se transformaron en un diagnóstico devastador: Linfoma de Hodgkin.
Javier Armenta: tres veces contra el cáncer, ahora campeón mundial
Durante nueve años, Javier Isaías ha caminado entre la incertidumbre y la esperanza, enfrentando recaídas y tratamientos dolorosos, hasta que un trasplante de médula ósea, hace apenas un año, le regaló lo que él llama su “segundo cumpleaños”.
Narró para Tus Buenas Noticias que cada día lo vive como un triunfo y una nueva oportunidad. “Siempre me preparo para lo peor, pero espero lo mejor”, afirmó Javier Isaías, con la convicción de quien ha aprendido que la vida se sostiene en la fe, la resiliencia y el amor por los suyos.

El sinaloense que venció al cáncer y conquistó el oro y bronce en Alemania
Hoy, Javier no solo celebra el milagro de estar vivo, sino que también escribe una página de orgullo para Sinaloa y para México: se convirtió en el primer sinaloense trasplantado en representar a nuestro país en una justa internacional, los Juegos Mundiales de Trasplantados en Dresden, Alemania, donde su fortaleza y disciplina lo llevaron a conquistar una medalla de oro y una de bronce.
“Mientras tengamos vida, tenemos esperanza”, expresó Javier, quien aseguró que su mayor motor es su hijo Itan. “Él es mi mayor motivación, porque todos en esta vida necesitamos un ‘porqué’, un motivo que nos alimente para no rendirnos”.
A Javier le dieron, en su momento, un mes de vida. La ciencia decía que era imposible, pero él decidió aferrarse a la fe y al amor por su familia. Pasó por momentos muy complicados: desde estar conectado a tanques de oxígeno y drenajes de pulmón hasta sufrir un paro y desangrarse casi por completo.
“Si mi propósito no fuera grande, desde cuando hubiera perdido la batalla”, reflexionó el joven de 31 años.

Consciente de que las células cancerígenas se alimentan de malos hábitos, cambió su estilo de vida por completo: dejó azúcares, harinas y lácteos, apostando por una dieta estricta y nutritiva, apoyada en los alimentos frescos que le da su tierra (Sinaloa). También aprendió a nutrirse espiritualmente: “Inicié a comer sanamente y me enfoqué en motivarme, en alimentar mi fe”.
Javier contagia al mundo con su ejemplo de valentía. Agradece a todas las personas que lo han apoyado para seguir adelante, y especialmente a su madre, María de Jesús, su gran pilar, y a su esposa Luz Isela, su compañera incondicional en cada paso de esta batalla.

La fe y el deporte le dieron una nueva vida a Javier Isaías
El deporte siempre ha sido parte esencial de su vida. Aún en los momentos más oscuros, cuando no tenía esperanzas médicas de sobrevivir, salía a correr como una forma de agradecer. “Corría 5, 10, 21 y hasta 30 kilómetros por la ciudad. Era mi terapia, mi forma de decir: sigo vivo”.
Esa disciplina lo llevó a tocar la puerta de la Federación Mexicana de Atletas Trasplantados, hasta que finalmente logró cumplir uno de sus mayores sueños: representar a México en un mundial.
“No solo corro por mí, corro por todas las personas que luchan contra el cáncer, por quienes esperan un trasplante, por quienes ya partieron y por quienes creen en mí”.
La gran fuerza de la unión. El trasplante que le devolvió la vida a Javier fue posible gracias a una gigante ola de solidaridad que conmovió a millones de corazones.
Todo comenzó con un sencillo video grabado en un café del Parque Culiacán 87, que se volvió viral y, en cuestión de minutos, unió a personas de diferentes rincones del mundo en un mismo propósito: salvar su vida.

“Ese peso que cada uno donó no fue solo dinero: fue tiempo, esperanza, vida. Gracias a esa unión, hoy respiro, corro y vuelvo a soñar con una nueva oportunidad de vivir”, expresó con sincera gratitud.
Armenta Pérez está convencido de que su misión en la vida es compartir su experiencia para motivar a quienes atraviesan momentos difíciles. Próximamente planea publicar un libro que, tocará muchos corazones y ofrecer conferencias en las que transmitirá su testimonio de fe, disciplina y resiliencia.
Javier Armenta: vivir, correr y nunca rendirse
Un mensaje de amor fe. A quienes hoy enfrentan la batalla contra el cáncer, Javier les dice: “No se rindan, nunca pierdan la fe. Un día descubrirán que no solo sobrevivieron, sino que encontraron la fuerza para seguir adelante con valentía y esperanza”.

Para Javier la palabra vida significa agradecimiento. “Cada día que despierto, cada amanecer que puedo disfrutar es un regalo que llena mi corazón de gratitud”.
Además, le gustaría que lo recordarán como alguien que nunca se dio por vencido; como una persona que, pese a enfrentar innumerables dificultades, siempre buscó el lado bueno de la vida y encontró fuerza en la ilusión de seguir adelante.
“Quiero que me recuerden como alguien que nunca se dio por vencido, que siempre buscó el lado bueno de la vida, un deportista y un hombre agradecido. La vida es breve, pero mientras estemos aquí, vale la pena vivirla intensamente”, compartió.

Fe, disciplina y esperanza: la carrera de Javier Isaías
La historia de Javier Isaías Armenta Pérez no termina con su recuperación: corre con el corazón en la mano y la fe como motor, demostrando que la vida siempre ofrece segundas oportunidades a quienes se atreven a creer en ellas y quiere sembrar esperanza en quienes atraviesan tormentas parecidas.

Su voz se alza como una luz que nos recuerda que, aun en medio del dolor, la vida siempre merece ser abrazada con intensidad.
Su ejemplo demuestra que un corazón firme en la fe y el amor puede convertir la adversidad en propósito y que en la fragilidad misma de la existencia se esconde la fuerza más grande para seguir luchando y nunca rendirse.