Logo

De la herencia al esfuerzo diario: la historia detrás de “Elotes Javier” en Loma de Rodriguera

Conoce la historia de Elotes Javier: Héctor López mantiene vivo el legado de su padre y la tradición del elote sinaloense en Loma de Rodriguera

5 noviembre, 2025
Antes de vender elotes, Héctor trabajó en la fabricación de ladrillos y pasó dos décadas en Nogales, donde crio a sus hijos. En 2016 regresó a Culiacán. | Imágenes de Francisco Castro
Antes de vender elotes, Héctor trabajó en la fabricación de ladrillos y pasó dos décadas en Nogales, donde crio a sus hijos. En 2016 regresó a Culiacán. | Imágenes de Francisco Castro

En pleno corazón de Loma de Rodriguera y el bullicio de los clientes, Héctor Javier López Higuera, de 56 años, atiende el negocio de elotes que durante décadas fue el orgullo de su padre. 

Desde el local ubicado en prolongación Obregón, esquina con calle Sexta Sur, Javier mantiene viva una tradición familiar que ha sabido resistir el paso del tiempo.

Elotes Javier está ubicado en pleno corazón de Loma de Rodriguera, por prolongación Álvaro Obregón, esquina con calle Sexta Sur, frente a conocida farmacia de la localidad.
Elotes Javier está ubicado en pleno corazón de Loma de Rodriguera, por prolongación Álvaro Obregón, esquina con calle Sexta Sur, frente a conocida farmacia de la localidad.
Suscribirme Newsletter

Un legado que no se apaga

El negocio, conocido popularmente como Elotes Javier, era atendido por su padre, hoy de 90 años, quien se dedicó con pasión a la venta de elotes, el fruto más emblemático del antojo sinaloense.

Con la edad, llegó también el relevo natural: “Mi papá ya no podía trabajar, y me lo pasó a mí para que yo siguiera. Aquí estamos echándole ganas”, relata Héctor Javier para Tus Buenas Noticias.


Hace ocho años, Héctor tomó formalmente las riendas del negocio, aunque desde joven le ayudaba en todo: “Le ayudaba a traer el elote, a moler, a entregar pedidos. Luego ya me dijo: ‘hijo, el negocio es tuyo’”.

Desde entonces, la venta de elotes se ha convertido no solo en su oficio, sino en su forma de vida.

Jornadas largas, pero gratificantes

El día de Héctor empieza temprano. A las siete de la mañana ya está en su local, que permanece abierto hasta las cinco de la tarde de lunes a sábado, y los domingos hasta las tres.

“El negocio no puede quedar solo”, dice con firmeza. Atiende acompañado de hasta cuatro trabajadores, aunque a veces debe reducir el equipo por la baja en las ventas.


Su producto viaja desde distintos puntos de Sinaloa y Nayarit, según la temporada. “Yo me surto de dónde haya elote”, explica. Además de vender elotes enteros, también ofrece elote cimado y molido, y realiza entregas a domicilio en colonias como Los Mezcales, La Lima, Tierra Blanca y La Loma.

Temporadas de sabor y esperanza

Noviembre y diciembre son los meses más esperados: las fiestas de Día de Muertos, posadas, Navidad y Año Nuevo multiplican los pedidos.

“Sí, ha bajado la venta últimamente, pero sale para todos, para comer”, cuenta, sin perder la fe.


La docena de elotes se vende entre 90 y 110 pesos, y aunque los días pueden ser largos, el contacto con la gente le da sentido a su esfuerzo. “Conozco mucha gente, hago amistades, y eso me gusta mucho: atender a la gente y que todos quedemos bien”, dice, mientras prepara una nueva orden.

Héctor Javier representa la constancia y la herencia de quienes entienden que el trabajo es una manera de honrar la historia familiar y servir a la comunidad.




1 / 6
Imagen 1
2 / 6
Imagen 2
3 / 6
Imagen 3
4 / 6
Imagen 4
5 / 6
Imagen 5
6 / 6
Imagen 6

Enlaces patrocinados
×
Boletín Tus Buenas Noticias