Doña Chela simboliza 30 años de amor a la cocina y fe que alimentan el corazón en Bachigualato
Con más de 30 años cocinando en Bachigualato, Doña Chela ha sostenido a su familia y a su comunidad a través de su lonchería, un espacio donde la fe, el trabajo y la tradición culinaria siguen vivos pese al paso del tiempo en Culiacán


Doña Chela —Graciela Molina— se mueve entre ollas y mesas con la naturalidad de quien ha pasado más de 30 años en una cocina. Está al frente de su lonchería por la carretera en la colonia Bachigualato, el negocio que levantó desde que llegó a Culiacán.
Llegó “en un camión”, desde Oso Nuevo solo por conocer. Aquí formó su vida y su familia, construyendo un hogar mientras el negocio crecía a su ritmo.
“Tuve cuatro hijos… ya crecieron”, comenta con nostalgia y orgullo. La lonchería fue la base para sacarlos adelante. “De esto vivimos”, afirma con firmeza. Aunque ahora hay menos clientes, no piensa rendirse, porque este lugar es su historia y su sostén.
Su casa está pegada al negocio y llena de flores que ella misma cuida, parte esencial de su espacio. La cocina lo ha sido desde niña, siendo su mamá y su hermana mayor fueron sus maestras:
“De todo cocino yo… cuando mi mamá hacía las comidas yo siempre andaba detrás de ella”.
Un legado familiar
Hoy prepara caldos, desayunos, comidas a mediodía y chilorio, que llena de aroma la lonchería. Sus hijos heredaron ese gusto: “Ellas cocinan, hacen tortillas… ellas se enseñaron a todo”.
Aunque las piernas ya no le responden igual, no deja de trabajar. “Me duelen las piernas, pero tomo medicamento y ya me pasa”. No está sola: su compañera de trabajo la apoya para sacar adelante el negocio.
Su fe es una parte profunda de su historia, pues menciona que Dios es quien la ha sostenido desde siempre. “Le agradezco a Dios que saqué a mis hijos adelante… que ellos ya trabajan”, dice.
Uno de sus hijos incluso emprendió lejos: “Tiene un negocio en Costa Rica… de coco con camarón”, muestra del legado que sembró.Doña Chela, de 72 años, sigue cocinando, creyendo y avanzando.
Su lonchería en Bachigualato es un espacio donde la comida, la fe y la fuerza han sostenido a su familia y a la comunidad durante décadas. “Y salimos adelante, gracias a Dios”, concluye con la misma calma, al tiempo que sigue preparando la comida con el mismo amor que hace más de 30 años.













