Mentir no es pecado

Desde niños nos enseñaron que decir mentiras era malo y pecado.
Y tienen razón, aunque no completamente.
Hay sus variantes.

Si tú mientes y haces el bien, es bueno.
Si dices la verdad y haces mal, es malo.

¿Cómo puede suceder esto?
Por ejemplo, hablas bien de una persona para que la contraten.
Pero te abstienes de decir algunas cosas malas de esa persona.
Se pudiera decir que estás mintiendo u ocultando información.
Pero si al final le haces un bien a esa persona y a la empresa que lo contrata, hiciste bien.

Caso contrario.
Dices la verdad, pero haces mal.
Por ejemplo, en una guerra, el enemigo te pide que le digas donde están escondidos tus compañeros.
Dices la verdad y los encuentran y los matan.
Hiciste mal.

En fin, hay muchas situaciones particulares en cada caso.
La gran diferencia es si lo que dices genera bien o genera mal.
Si genera bien decir la verdad o la mentira es bueno.
Si genera mal, decir la verdad o la mentira es malo.

También sucede con cosas de menor importancia.
Mientes, pero no hay ningún perjudicado.
No hay problema.

Pero en todos los casos donde una mentira tuya lleve a un daño a alguien, estás mal.
Y más cuando lo haces para obtener un beneficio para ti, a costa de otro.