Pueblos Mancomunados de Oaxaca: el tesoro zapoteca que debes conocer en la Sierra Norte
Descubre qué son los Pueblos Mancomunados de Oaxaca, por qué reciben este nombre y cómo ocho comunidades zapotecas han creado un modelo ejemplar de organización colectiva, conservación ambiental y turismo sostenible.
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En lo alto de la Sierra Norte de Oaxaca se encuentra uno de los modelos comunitarios más exitosos y admirados del país: los Pueblos Mancomunados, un conjunto de comunidades indígenas zapotecas que comparten territorio, tradiciones y proyectos colectivos.
Estos pueblos, rodeados de bosques templados, montañas cubiertas de niebla y paisajes espectaculares, se han convertido en un destino imperdible para quienes buscan naturaleza, tranquilidad y experiencias auténticas. Su sistema de colaboración ha permitido mantener sus bosques sanos, conservar su identidad cultural y generar empleos locales mediante actividades turísticas de bajo impacto.
En esta nota te contamos qué significa que sean “mancomunados”, cuáles son las ocho comunidades que los conforman y por qué este destino es uno de los mejores lugares para el ecoturismo en México.
¿Qué son los Pueblos Mancomunados y por qué reciben ese nombre?
Los Pueblos Mancomunados son un conjunto de comunidades, es decir, unión o asociación de personas para alcanzar un fin común. Se les llama así porque trabajan bajo un sistema de mancomunidad, es decir, una administración colectiva donde los recursos naturales, las decisiones comunitarias y los proyectos económicos se gestionan de manera conjunta.
La mancomunidad no es nueva: tiene raíces profundas en las formas tradicionales de organización zapoteca basadas en el bien común. A través del tiempo, estas comunidades consolidaron acuerdos para proteger su territorio conjunto, especialmente sus bosques, que son de los mejor conservados del país.
Hoy, este modelo es reconocido a nivel nacional e internacional como un ejemplo de turismo comunitario sostenible, donde los habitantes deciden, administran y operan todos los servicios turísticos. Esto significa que los visitantes apoyan directamente la economía local y la conservación ambiental con cada actividad que realizan.
¿Cuáles son los Pueblos Mancomunados de Oaxaca?
Los Pueblos Mancomunados están integrados por: Santa María Yavesía, Santa Catarina Lachatao, San Miguel Amatlán, Latuvi, Benito Juárez, San Antonio Cuajimoloyas, Llano Grande y La Nevería. Cada uno posee su propio encanto, tradiciones y escenarios naturales, pero todos comparten una identidad zapoteca profundamente arraigada y un compromiso con el cuidado de sus bosques.
Los habitantes de estas áreas toman decisiones en una reunión para determinar acciones de desarrollo que beneficien a la comunidad y al individuo. Por poner un ejemplo: la fundación de compañías locales, en las cuales sus ganancias y su ciclo productivo permanecen en la misma zona.
Como el caso de el proyecto de Expediciones Sierra Norte, el cuál tiene como visión ser un espacio de turismo que es administrado por la comunidad y además cuentan con atracciones para que los viajeros se diviertan y conozcan el gran paraíso serrano de Oaxaca.
Turismo comunitario en los Pueblos Mancomunados
Visitar los Pueblos Mancomunados es una experiencia ideal para quienes buscan naturaleza, tranquilidad y aventura al aire libre. Por ejemplo, Cuajimoloyas y Benito Juárez son conocidos por sus impresionantes miradores, sus bosques densos y su clima frío casi todo el año.
Llano Grande destaca por sus espacios ideales para ciclismo. Capulálpam de Méndez, reconocido como Pueblo Mágico, destaca por su arquitectura tradicional, su herbolaria y su estilo de vida comunitario ejemplar.
En tanto, Lachatao, Latuvi, Amatlán y La Nevería ofrecen senderos históricos, baños de plantas medicinales, antiguas terrazas agrícolas y paisajes montañosos perfectos para caminatas largas. Cada comunidad aporta algo distinto y juntas conforman una red turística natural y cultural sin igual en México.
Los visitantes también pueden hospedarse en cabañas comunitarias, disfrutar gastronomía tradicional, participar en talleres artesanales y visitar miradores que ofrecen paisajes envueltos en neblina, especialmente durante las primeras horas del día. Además, la convivencia directa con las comunidades permite conocer sus costumbres, música, medicina ancestral y festividades.
