Iglesia de Jesucristo y Encauza A.C. unen fuerzas para detectar cáncer en Sinaloa
La alianza entre la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y Encauza A.C. busca salvar vidas a través de diagnósticos oportunos. Con esta donación se beneficiará a mil 500 personas.
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En Sinaloa, donde miles de personas enfrentan barreras económicas y geográficas para acceder a estudios especializados, una nueva luz de oportunidad comenzó a abrirse gracias a una donación significativa.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días entregó insumos médicos esenciales a Encauza A.C., organización con más de 17 años de experiencia en atención oncológica, para fortalecer la detección temprana del cáncer en comunidades vulnerables.
La donación permitirá adquirir medios de contraste para estudios de imagen, herramientas clave para diagnosticar cáncer en etapas donde aún es posible detenerlo. Gracias a este gesto, 1,500 personas en situación de vulnerabilidad podrán acceder a diagnósticos más certeros, incluyendo hombres y mujeres con sospecha o diagnóstico inicial de cáncer de mama, cervicouterino y próstata.
La respuesta de los involucrados
En el presídium estuvieron presentes Saúl López, Presidente y líder eclesiástico de la Estaca Culiacán Humaya; el Dr. José Luis Hernández Ruiz, Director del Instituto Sinaloense de Cancerología; el Dr. Efrén Encinas, Vocal del Patronato de Encauza; Adriana Rojo Zazueta, Presidenta del Patronato de Encauza; y Yajaira Camacho, directora general de Encauza.
También participaron el Raúl Campos, Gerente de Bienestar y Autosuficiencia Región Culiacán, y Francisco Torres, director de Comunicación en Culiacán, ambos representantes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Para Encauza, que diariamente acompaña historias de incertidumbre y resistencia, esta alianza representa más que un suministro médico: es la posibilidad real de salvar vidas.
"Muchas familias llegan con miedo y con pocos recursos, pero también con esperanza", comparte Yajaira Camacho de Encauza.
"Esta donación nos permite decirles que no están solos", enfatizó.
La historia detrás de esta alianza nace del mismo punto donde nace la mayor parte de las causas nobles: ver una necesidad y decidir no ignorarla. En Encauza lo viven todos los días.
En sus pasillos, trabajadores sociales, médicos y voluntarios se encuentran con historias de mujeres que tardaron meses en conseguir un estudio, de hombres que viajaron horas para una cita, de familias que siguen luchando aun cuando los recursos ya no alcanzan.
La Iglesia de Jesucristo, que ha impulsado proyectos humanitarios en Sinaloa y en todo México, aporta una vez más a un sector donde el apoyo es urgente. Su contribución no solo cubre insumos médicos, sino que impulsa un proyecto integral coordinado por Encauza, que incluye:
- Campañas de detección temprana en comunidades rurales y marginadas.
- Acompañamiento social para pacientes que requieren transporte, hospedaje o seguimiento médico.
- Un sistema digital para monitorear el progreso de los pacientes y garantizar la trazabilidad de los insumos.
- Eventos comunitarios que fomentan la participación y la conciencia sobre la prevención del cáncer.
¿Qué impacto tendrá esta donación?
Con certificaciones de transparencia y más de dos décadas trabajando con familias en situaciones difíciles, Encauza transforma cada recurso en atención directa, diagnósticos oportunos y apoyo emocional.
La Iglesia de Jesucristo, por su parte, reafirma su compromiso humanitario y su deseo de reducir desigualdades en el acceso a servicios especializados. Esta donación se convierte en un puente entre la intención de ayudar y la necesidad urgente de quienes esperan una oportunidad para recibir atención médica digna.
En el corazón de esta historia no solo hay insumos y programas: hay una alianza que cree en el poder de llegar a tiempo. Una alianza que, desde la fe y el servicio, busca que ningún diagnóstico llegue demasiado tarde.
Para Encauza, con más de 17 años de trayectoria y más de 20 mil personas beneficiadas, este apoyo significa ampliar una misión que conocen muy bien: estar donde la vulnerabilidad y la salud se encuentran.
Y para la Iglesia, representa una forma de fortalecer sus esfuerzos humanitarios y contribuir a reducir las desigualdades en el acceso a servicios médicos especializados.
En cada comunidad donde llegue un diagnóstico oportuno, estará también la historia de esta alianza. Un recordatorio de que la salud no debería depender del lugar donde se nace, del dinero que se tiene, ni del camino que a veces parece demasiado largo para recorrerlo.
Porque, al final, cuando las manos se unen, la esperanza también encuentra su camino.
