Mi infancia fue con olor a escuela, a tiza, mi madre una activa profesora de primaria a quien yo imitaba su noble labor en la puerta de la cocina, gises terminaban al igual que la cubierta de la misma.

Crecí en ese ambiente de afecto, cariño, letras y tantos y tantos alumnos que se convertían en hermanos adoptivos. Al paso de los años aseguré que la docencia no sería para mí.

Pero ingreso a la universidad y en mi segundo año, en una desesperada búsqueda de trabajo formal mi papá ve una vacante en el periódico: maestro en un Conalep, no podría creer que eso funcionaría.

Hago el proceso y en abril de 1993 ingreso por primera vez a un aula como docente, camino al salón de clases el coordinador académico me menciona lo inquieto que es el grupo y me desea suerte.

A 27 años de camino, puedo asegurar que el maestro aprende mientras enseña. Cuántas generaciones me han enseñado: preparatoria, licenciatura, posgrados, talleres, diplomados, cursos… en cada experiencia mi aprendizaje crece. Gracias por tanto.

Un maestro es quien transmite valores, técnicas y conocimientos generales o específicos de la materia que enseña, parte de la función pedagógica y/o andragógica del profesor consiste en facilitar el aprendizaje para que el alumno (estudiante o participante) lo alcance de la mejor manera posible.

“El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuando se detiene su influencia” Henry Adams.

¿Pero cuál es el nuevo rol del maestro?

En estos días, un maestro debe estar siempre aprendiendo, un buen maestro no es necesariamente aquel que más conoce la información teórica y fáctica de una disciplina, sino quien da vida y adquiere experiencia de ese conocimiento, ya que permanentemente y de manera creativa está incorporando a su trabajo la nueva información que se genera.

El nuevo maestro que necesita la sociedad moderna, debe ser un experto en aprender, no simplemente una persona con formación especializada en un área del conocimiento. Y hoy que los alumnos requieren educación de calidad en casa, el reto de la familia es fungir como facilitadores y dar eco a las estrategias que los docentes planean de manera remota.

Por tanto, el buen maestro no es aquel que pretende que sus alumnos lo imiten. El maestro verdadero es el que alienta y estimula:

• La posibilidad de ser diferente

• El deseo de explorar lo desconocido

• El valor de creencias y opiniones

• Las ganas de soñar otros mundos

• El gusto por errar sobre sus propias decisiones

• El autoconocimiento

• La lucha por la libertad

• El derecho a la felicidad

• La búsqueda de la belleza

Maestro, de vocación o circunstancial, el reto de hoy es acompañar desde casa, para esta noble labor te comparto tres consejos:

1. Aprende, adquiere todo lo que requieras, no te limites

2. Desaprende para aprender, suelta aquello que ya ha cambiado y encuentra tu mejor versión

3. Reaprende, suma a tu conocimiento, renuévate

Por tanto y por todo, envío un fuerte abrazo a los maestros: del aula, de la casa, de la vida!!

Felicidades, de corazón a corazón, con cariño, Karla Lozano

karla Lozano/Christian López

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