La pandemia como un proceso social adaptativo
Como en la infancia, es necesario tener una esperanza, tener la capacidad de volver a planear, a tener planes.
Dr. Marco Antonio Dupont Villanueva.
Es tiempo de entender a la pandemia como un proceso social adaptativo. ¿qué sucede cuando una situación como la pandemia mundial que estamos viviendo nos obliga a encerrarnos en nuestras casas? Nos quita de golpe la capacidad de planear, se pierden las metas inmediatas, mediatas y futuras. Sabemos que nuestras vidas ya nunca serán las de antes, o no por muchos años.
El simple uso de cubrebocas que nos impide conocer el rostro de gente nueva, la sana distancia, ese espacio vital necesario para una sana interacción se pierde, siendo cada vez más difícil el socializar. Perdemos a compañeros de trabajo, con los que compartíamos, comíamos, hacíamos planes para el fin de semana, perdemos a esa figura, a ese compañero de trabajo al cual le contábamos lo que nos sucedía, con el cual compartíamos planes.
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Nos encontramos encerrados en cuatro paredes que nos alejan de nuestra vida, de nuestro día a día, y nos vamos enterando de la muerte de nuestros seres cercanos, de nuestros compañeros de trabajo, de nuestros familiares. En ocasiones nos encontramos conviviendo con estos familiares, que antes de la pandemia interactuábamos con ellos a lo mucho un par de horas al día y ahora, nos encontramos conviviendo a su lado las 24 horas al día, día tras día, semana a semana, descubriendo que, en ocasiones, somos unos verdaderos desconocidos.
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Tal vez perdemos la posibilidad de crear metas, planear un futuro con las personas que creíamos conocer. Sustituyendo esta capacidad de planear, de compartir, de vivir, con hostilidad y agresión (en muchos países después del primer brote de esta pandemia, se incrementaron las solicitudes de divorcio. En México aumentaron las demandas por agresión doméstica), aparece el miedo a salir por el temor al contagio de este virus y morir. De pronto estás rodeado de la misma muerte. En un estado de completa incertidumbre.
Esta pérdida de todo aquello que hacíamos, como trabajar, convivir y planear. Es una pérdida de lo nuestro, en lo personal, en el afuera todo se convierte en amenazador y, como el niño al nacer, nos estamos enfrentando a un mundo desconocido para nosotros, ya no podemos tocar a nuestros seres queridos, ya sea porque ellos nos pueden contagiar, o nosotros a ellos. Nos pueden ocasionar la muerte.
Esto nos lleva a enfrentar algo que nunca se había presentado, ¿un duelo en vida por nuestra propia certidumbre de la muerte presente?. Ese duelo por el cual transitamos cuando perdemos a un ser querido. Este duelo que ahora lo presentamos por nuestra propia pérdida del estilo de vida que ya no tenemos.
Se sabe que el duelo, o mejor dicho durante el duelo, se transita por cinco etapas diferentes, y éstas no se presentan en orden; la depresión, ese estado ánimo de que nos hace sentir vacíos, que no hay esperanza, esa depresión que en momentos se trasforma en una ansiedad, en una desesperación por la incapacidad de cambiar la realidad que nos vuelve a postrar en la depresión.
El enojo por la incapacidad de cambiar la realidad, enojo por lo que se nos ha quitado el trabajo, por la pérdida de seres queridos, por las cosas y/o propiedades que se han tenido que vender para poder sobrevivir esta pandemia.
La negación momento casi psicótico, que nos lleva a negar la realidad, de creer que no está pasando lo que está pasando, negamos la existencia de la pandemia, esos momentos donde nos encontramos como si no estuviéramos confinados, ese momento donde de pronto nos damos cuenta que no traemos puesto el cubrebocas, saludamos de mano, de abrazo.
El Aspecto mágico, ese momento donde estamos seguros de que en forma inmediata la pandemia desaparecerá, que se habla de esa cura mágica que desvanecerá todo mal que la pandemia ocasiona.
Y, finalmente, la aceptación de que estamos en un momento único en la historia, en una pandemia mundial, que debemos de seguir las indicaciones dictadas por las autoridades sanitarias para evitar el contagio.
Llama la atención la aparición de múltiples diagnósticos durante la pandemia, como el estado de estrés postraumático, cuando es obvio que todos, absolutamente todos, fuimos traumatizados por la pandemia, y durante la pandemia con la amenaza de muerte que pende sobre nosotros y los nuestros, Síndrome de agotamiento crónico, cuando ya llevamos más de un año confinados a espacios reducidos, sin poder salir, sin poder reiniciar nuestras vidas.
El nuevo y reciente Síndrome de La Cabaña, aquel que describe a las personas que temen salir de su casa por temor al contagio. Cuando es una realidad que muchos de nosotros hacemos un fuerte esfuerzo para poder combatir el temor a salir ante el miedo del contagio, ante el temor de morir entubados por contagiarnos.
Cuando a mi parecer y desde mi propia experiencia lo que estamos viviendo es un proceso de duelo por nosotros mismos, y desde él mismo se pueden explicar todas las sintomatologías que se vienen presentando, incluso las que puedan tener características psicóticas.
Como en la infancia, es necesario tener una esperanza, tener la capacidad de volver a planear, a tener planes. ¿Y es la vacuna, que ahora se aplica en forma inicial a los de mayor edad, cuando la costumbre es que sea a los niños a quienes se les vacune, lo que nos devolverá la esperanza de volver a planear, de tener la posibilidad de poder salir de nuestro duelo y volvernos a sentir que tenemos de nuevo una esperanza de vida?
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