La Calle Gral. Ángel Flores de Culiacán.
Antes Calle del Comercio
Por Jaime Félix Pico
Don Francisco Verdugo Fálquez, primer Cronista Oficial de Culiacán, padre y señor de “Las Viejas Calles de Culiacán”, según lo nombra el maestro universitario Juan Macedo López, escribió en 1949 esta obra que hoy consideramos un clásico de la historiografía local.
La sensibilidad del cronista de la ciudad percibió en su tiempo la transformación que sufría la vieja estructura de pueblo colonial que, en esos años, fines de la primera mitad del siglo pasado, entonces Culiacán apenas llegaba a censar la cifra de sesenta mil habitantes, el crecimiento económico debido a la actividad agrícola empezaba a manifestarse en cambios tanto en el ámbito social como en lo físico y material.
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El cronista preocupado por la desaparición paulatina de fincas y edificios antiguos de las calles de la ciudad y ante la edificación de nuevas construcciones con patrones estéticos modernistas, quiso aportar datos sobre aspectos históricos y anécdotas con la finalidad -escribe- “Podrían servir mañana, en su misma sencillez, como apuntes para la historia de la capital de Sinaloa”.
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El libro las Viejas Calles de Culiacán al cual doy cita para evocar un trozo del pasado de la ciudad es un referente bibliográfico muy valioso para conocer mejor la evolución y desarrollo del urbanismo y la arquitectura de la ciudad pues aporta información, no solo de la fisonomía urbana descrita a través de sus calles, sino también de los personajes que habitaron las casas y edificios que estaban situadas en distintos domicilios a lo largo de su extensión.
La Calle del Comercio, hoy general Ángel Flores, la describe Verdugo Fálquez en el capítulo XXII de su obra como sigue: “La calle que crece de oriente a poniente hoy conocida por del general Ángel Flores, anteriormente y desde fecha inmemorial, se denominaba “Calle del Comercio”, seguramente porque en ella estaban, en la vecindad del mercado, las casas comerciales, siendo las demás rúas de carácter residencial…”
De norte a sur, partiendo de la margen izquierda del río Tamazula, es la cuarta de cinco calles de la vieja ciudad: la primera conocida como “del Pescado o de La Sirena” (hoy calle Ignacio Zaragoza); segunda, la calle Libertad (hoy calle Rafael Buelna); tercera, la calle de La Tercena (hoy calle Antonio Rosales); cuarta, la referida calle del Comercio y quinta, la calle del Refugio, antiguo camino real (hoy calle Miguel Hidalgo) que llegaba a las inmediaciones de la sierra, los altos de Culiacán, iniciándose en Altata, entonces puerto de cabotaje.
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La calle del Comercio unía a dos zonas en pleno desarrollo, muestra clara del proceso modernizador impulsado por el régimen porfirista: en el extremo oriente estaba una primigenia zona industrial, conformada por la fábrica de azúcar La Aurora y la fábrica de hilados y tejidos El Coloso, ambas propiedades de la familia Redo.
Estas industrias fueron destruidas, incendiadas en el año de 1911 por las fuerzas revolucionarias maderistas que tomaron la ciudad de Culiacán al inicio del movimiento revolucionario; ahora solamente queda erguido para la memoria de la ciudad el conocido "Pitón de las Quintas" del extinto ingenio La Aurora.
En el extremo poniente de la calle estaba la zona de recreación y esparcimiento de la población en terrenos de la ribera del río Tamazula con variados arboles de fronda; las llamadas huertas Carrascosa y la de doña Luz Salmón, fueron lugares preferidos por los habitantes de la ciudad para pasear y pasar el día a la orilla del río; había embarcadero para pasar a "la otra banda", balnearios tipo albercas y una terraza en lo alto a manera de mirador para disfrutar de los hermosos atardeceres.
En esta zona a fines del siglo XIX se construyó la Plazuela Rosales y otras importantes edificaciones como la casa habitación que ordenó construir el gobernador Francisco Cañedo al Ingeniero Luis F. Molina, que al término de su construcción la cedió para que fuera sede del Liceo Rosales, edificio que hoy se conoce como de Rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa o la vieja casona Rosalina, pues allí nació el Colegio Civil Rosales.
A la calle del Comercio la atravesaban, como hasta ahora, muchas avenidas en dirección norte-sur y viceversa, algunas de buena anchura y otras muy estrechas conocidas como callejones.
Característicos de la antigua ciudad fueron los famosos callejones: el Callejón de los Artesanos (hoy avenida Juan Carrasco), el Callejón del Beso y luego callejón del Oro (hoy avenida Rubí), su nombre proviene de la cercanía que tenía con el edificio de la Casa de Moneda que estaba situado en la esquina de la calle Antonio Rosales y avenida Rubí; y el callejón del Indio Triste (hoy avenida Morelos).
Entre las avenidas emblemáticas cabe mencionar la avenida Independencia (hoy avenida Ruperto L. Paliza) que en su cruce con la calle Libertad (hoy calle Rafael Buelna) estaba la cárcel de Culiacán, un majestuoso edificio construido por el Ingeniero Luis F. Molina a principios del siglo pasado; despertaban la curiosidad de la gente pues en plena Libertad e Independencia, en cuanto valores sociales, contrastaban con un lugar que servía para todo lo contrario, es decir privar de la libertad e independencia de las personas sujetas a juicio.
En esta calle, hoy Ángel Flores, aún permanecen de pie cuatro de los principales edificios de valor histórico y patrimonial con que cuenta la ciudad: la Catedral de Culiacán, el Mercado Garmendia, el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús y el Edificio Central o Rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Tanto el mercado, como la rectoría y el santuario fueron obras del Arquitecto del Ingeniero Luis F. Molina; a la Catedral le construyó el frontispicio donde se instaló el reloj y posteriormente una escultura de fierro fundido de factura europea que representa a San Miguel Arcángel. Patrono de la ciudad.
En la esquina suroeste del cruce de las calles Ángel Flores y avenida Ruperto L. Paliza, a espaldas de la Catedral, en el año de 1944 se construyó el Edificio Echavarría primer edificio de arquitectura moderna de Culiacán obra de los pioneros de la modernidad arquitectónica de la ciudad, los arquitectos Francisco Artigas y Germán Benítez.
Además del Mercado Garmendia, principal de la ciudad, en esta tradicional calle han existido tiendas, abarrotes, bancos, comercios de mayoreo y menudeo, boticas, escuelas, hoteles restaurantes y fondas, bufetes jurídicos, en fin, una gran gama de establecimientos para el suministro de bienes y servicios que dieron y dan vida a la ciudad.
Algunos de estos comercios aún perviven en la actualidad y otros, al paso del tiempo se transformaron en prósperos negocios que dieron origen a grandes cadenas comerciales como es el caso de la tienda "El Regalo" propiedad de la familia Coppel, establecida por esta calle entre las avenidas Obregón y Carrasco que fue el lugar de origen de la marca COPPEL.
En su extremo poniente, en la esquina con la avenida Donato Guerra se encuentra el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, obra que dejó inconclusa el Ingeniero Molina al abandonar la ciudad, refugiándose en los Estados Unidos por causa del movimiento revolucionario.
En la esquina suroeste del cruce con la calle Riva Palacio, está aún en pie un edificio tipo casa habitación propiedad de la familia Esquerra de la Vega, que conserva su original arquitectura decimonónica, de formas lineales y decorados austeros, misma que desde su origen, hace un poco más de 100 años, ha sido habitada por esta misma familia: seis generaciones y sus descendientes han vivido y hoy viven en esta casa.
Frente a esta casa familiar, en la esquina noroeste, donde hoy opera un estacionamiento, estuvo el edificio de la Agencia Ford, construido a fines de la década de los 40’s por la triada de arquitectos modernizadores Artigas, Benítez y Best.
La calle Ángel Flores sufrió dos cortes que interrumpieron el tránsito de vehículos volviéndose tramos peatonales. Primero, al unirse la Plazuela Obregón con el atrio de la Catedral, se cerró el flujo de vehículos entre la avenida Paliza y la avenida Obregón; posteriormente, durante la rehabilitación de la Plazuela Rosales, en 1994, se cerró para ampliar el área de la plazuela uniéndola al edificio de la Universidad, entre la avenida Riva Palacio y la avenida Teófilo Noris.
Ambos cierres minimizaron el uso e importancia que en el origen tuvo esta rúa cuyo trazo de oriente a poniente en el cruce con el eje principal de la ciudad, la avenida Álvaro Obregón, de orientación norte a sur, formaron el punto central, el corazón de la antigua villa de Culiacán, definiendo los cuatro cuadrantes urbanos que regularon el crecimiento ordenado desde tiempos muy lejanos, quizá desde la colonia, hasta inicios de la segunda mitad del siglo XX.